Así como al mafioso Al Capone nunca lo detuvieron por sus crímenes sino por cuestiones fiscales, hoy, leyendo este artículo de Salvador López Arnal, en Rebelión, me vuelvo a acordar del manifiesto “ens oposem a la legalització de la contaminació radioactiva”
Lo traduzco al castellano. Las negritas, links y algunos añadidos (en cursiva), en el texto, son míos.
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NOS OPONEMOS A LA LEGALIZACIÓN DE LA CONTAMINACIÓN RADIACTIVA
Desde el inicio de la energía nuclear se ha tenido constancia de que el funcionamiento cotidiano de los reactores emitía elementos y compuestos radiactivos que podían afectar negativamente a la salud de las personas y de todos los seres vivos.
Desde la industria nuclear se ha insistido repetidamente en que dichas emisiones, denominadas de «bajas dosis», eran inofensivas. A petición de personas y colectivos diversos se han hecho estudios con conclusiones que han insistido una y otra vez en la misma idea: que se trataba de emisiones inocuas. El más publicitado, el «Estudio epidemiológico del posible efecto de las radiaciones ionizantes derivadas del funcionamiento de las instalaciones nucleares y radiactivas del ciclo de combustible nuclear españolas sobre la salud de la población que reside en su proximidad», redactado en 2009 por el Instituto de salud Carlos III, fue presentado como una investigación «concluyente» de que no había relación entre las centrales nucleares y la salud de la población.
El pasado 29 de noviembre de 2016, en Catalunya, el gobierno del PDECAT (Convergencia) y ERC (Esquerra Republicana de Catalunya), que gobiernan bajo el nombre de Junts pel sí aprobó, como parte de sus presupuestos para el 2017, el «Proyecto de Ley de medidas fiscales, administrativas, financieras y del sector público; de creación del impuesto sobre el riesgo medioambiental de la producción, manipulación y transporte, custodia y emisión de elementos radiotóxico; del impuesto sobre bebidas azucaradas envasadas; del impuesto sobre grandes establecimientos comerciales, y del impuesto sobre las estancias en establecimientos turísticos »
Aquí el nº 273 del Butlletí oficial del Parlament de Catalunya de fecha 29 de noviembre de 2016, en el que se presenta este Proyecto de Ley que reconoce en su articulado, entre otras cosas, que la «dispersión de elementos radiotóxicos genera un importante riesgo medioambiental y para las personas, (…)», y declara que quieren cobrar un «impuesto» por las «emisiones rutinarias (…) que se producen en la operación normal de un reactor termonuclear». El Proyecto de ley supone el reconocimiento oficial que el funcionamiento cotidiano de los reactores nucleares tiene impactos en la salud de la población.
Como personas preocupadas por los aspectos sociales de la salud, tanto de Catalunya como de cualquier lugar, consideramos inaceptable que una actividad considerada un peligro para las personas no sea objeto de prohibición o de eliminación progresiva y que, en cambio, se regule con un «impuesto» que permitirá su continuidad.
Un «impuesto» que, además, tiene el efecto perverso de que a mayor contaminación radiactiva más ingresos para el gobierno, y más tranquilidad para las compañías que lo generan; compañías que pueden recuperar la cuantía del impuesto con un incremento de tarifas, por lo que sería la ciudadanía quien terminaría pagando el derecho de estas compañías a envenenar el entorno con radiactividad.
En consecuencia, pedimos la eliminación de todo el Capítulo séptimo del Proyecto de Ley, y las menciones que se hacen del impuesto en otras partes del documento. El gobierno de la Generalidad tiene que renunciar a lucrarse a costa de la salud de la población; es lo mínimo que se puede esperar de un gobierno democráticamente elegido.
Consideramos que lo que debe hacer un gobierno de Catalunya, elegido para representar la ciudadanía, es suprimir esta fuente de enfermedad y sufrimiento, utilizando todos los recursos legales de que dispone.
Los que hablamos de los problemas para la salud y el medio ambiente que comporta la energía nuclear, siempre estamos cuestionados desde frentes diversos como una especie de cenizos en el mejor de los casos o directamente mentirosos y cosas peores en el peor de los casos.
– ¿No quedamos en que todo esto era inocuo?
– ¿No quedamos en que no había ningún peligro?
– ¿Qué tenemos que hacer la ciudadanía? ¿Quedarnos tranquilos porque ya se pagan impuestos y esa es la redención de los pecados?
Este es un caso, muy concreto pero generalizable, que se enmarca en un contexto y una ideología política del mercadeo a todos los niveles: las bebidas azucaradas en estas mismas medidas, el Co2 que se compra y se vende, los vertidos de industrias contaminantes a los que se les van poniendo multas…
Me parece un razonamiento político francamente imbécil.
Aquí se puede firmar (al final del documento)
Olga Fernández Quiroga